FRANZ WALSEGG-STUPPACH (1763-1827) El conde, obseso de la música, a quien agradaba figurar también como compositor, hecho por el cual encargaba obras con su nombre, encargó a Mozart en julio de 1791 un Réquiem por la muerte de la su esposa, ocurrida en febrero. El encargo llegó a Mozart presumiblemente por mediación de Puchberg. Hasta ahora se tenía al administrador del conde, Franz Anton Leitbeg, fallecido en 1812, por el ominoso «mensajero gris»; sin embargo el mensajero fue probablemente un enviado del abogado Sortschau. Constanze, temiendo que después de la muerte de su marido podría verse obligada a retornar el pago recibido a cuenta, gestionó con afán la finalización de la pieza y, por esto se dirigió a J.L. Eybler y a F.X. Süssmayr. El 14 de diciembre de 1793 el propio conde Walsegg dirigió la representación de «su» Réquiem en el convento Neukloster de la Neustadt de Viena.

JOSEPH LEOPOLD EYBLER (1765-1846) Ennoblecido en 1834, recibió inicialmente clases de Johann Georg Albrechtsberger y, más tarde, fue alumno de su primo Joseph Haydn. Éste le tenía en tan alta estima como Mozart, de quien Eybler fue colaborador en los preparativos para el estreno de «Così fan tutte». A partir de 1804 trabajó como vicedirector de la orquesta de la Corte al lado de Salieri, a quien sucedió en 1824. Su carrera profesional terminó bruscamente, habiendo sido víctima, durante una representación por él dirigida del Réquiem de Mozart, de una apoplejía. A ruegos de Constanze se había encargado de completar la composición de este Réquiem, pero a pesar de que su labor había progresado hasta el Ofertorio, devolvió el encargo. Se ocupó luego Franz Xaver Süssmayr de los complementos necesarios.

FRANZ XAVER SÜSSMAYR (1766-1803) Las interpretaciones y diversidad de opiniones con respecto a F.X. Süssmayr, quien, hallándose en Viena desde 1788 se convirtió en alumno y adlátere de Mozart sólo dos años más tarde, están ligadas esencialmente al problema de la terminación del Réquiem. Sin embargo, sería preciso valorar a Süssmayr por separado, considerar su música religiosa y sus obras para la escena (entre otras «El espejo de Arcadia» de 1794 según Schiller) antes de comparar su labor con la de Mozart. A tal efecto pesa menos que completara el Kyrie KV.91/186i, que no es de Mozart, y que aportara la mayor parte de los recitativos «secco» de «La clemenza di Tito», que su valor para completar, a instancias de Constanze -después de haber declinado con tacto el encargo Eybler- el Réquiem. En una carta dirigida a Breitkopf u. Härtel el 8 de febrero de 1800 da cuenta de su participación en aquella obra, reconociendo que su trabajo no era digno de la labor del gran hombre. Habituación y costumbre contribuyeron a que el Réquiem se hiciera popular en aquella forma, aunque sin terminar de eliminar el malestar que tal estado de cosas producía (Einstein, Hess, Blume), de modo que la eliminación de los injertos de Süssmayr por Franz Beyer en 1971 produce la sensación de un avance bienhechor.

GOTTFRIED WEBER (1779-1839) Jurista al servicio del Estado que trabajó en Mannheim, Maguncia y Darmstadt, pero sobre todo en Mannheim, ofreciendo eminentes servicios a la vida musical de la ciudad. Era con igual intensidad compositor, historiador musical, musicólogo y experto en la construcción de instrumentos. Dentro de su variada actividad literaria, sus consideraciones acerca de la autenticidad del Réquiem de Mozart dieron lugar a impetuosas discusiones. Esto sucedió en 1825 en la revista «Caecilia». En el fondo, fue el primero en plantear en el su estudio «Resultados de la investigación efectuada hasta ahora sobre la autenticidad del Réquiem de Mozart» (1826-27) la cuestión esencial referente a la extensión de la participación de Franz Xaver Süssmayr en la obra tal y como había sido transmitida; un problema que ha sido objeto de debate hasta nuestros días antes de que en 1971 Franz Beyer consiguiera, a base de escrupulosos estudios, dar con la solución, justificada sobretodo por la parte instrumental.

GOTTFRIED VAN SWIETEN (1733-1803) Gottfried Bernhard van Swieten, natural de Leiden, hijo del médico de cámara de la emperatriz Maria Teresa, Gerhard van Swieten, vivió en Viena a partir de 1743 y estudió en la academia de nobles. En 1755 comenzó su carrera diplomática. Desde 1770 hasta que en 1777 fue llamado de nuevo a Viena estuvo de embajador austriaco en la corte prusiana de Federico II. Después de su regreso trabajó -sucediendo a su padre- como prefecto de la biblioteca de la Corte del emperador José II. En 1781 recibió el nombramiento de presidente de la comisión de estudios y censura (hasta 1791). En Berlín y Postdam, respectivamente, llegó a conocer la música de Johann Sebastian Bach y de Georg Friedrich Händel por mediación de Carl Philipp Emanuel Bach, quien le dedicó sus sonatas para entendidos y aficionados, y por las sesiones de música con la princesa Ana Amalia. Inspirado por ella instauró en Viena sus sesiones de música doméstica, dedicadas a Bach y Händel, en las que participó Mozart con todo entusiasmo a partir de 1782. Swieten, iniciador de la «Gesellschaft der Associirten» (Círculo de los compañeros), impulsó a Mozart al arreglo de oratorios de Händel (1788-90). Gottfried van Swieten cobró significación decisiva como protector de Mozart, de Joseph Haydn (van Swieten tradujo y arregló las letras de «Die Schöpfung» (La creación) i «Die Jahreszeiten» (Las estaciones) para Haydn) y del joven Beethoven (quien le dedicó su primera sinfonía) así como compositor del vodevil «Les talents à la mode».