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Duo
de Pamina y Papageno "Bei Männern, welche
Liebe fühlen". Acto I
(Colaboración de Juan Luis
Ramírez. México D.F.) |
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Aria
de Tamino "Wie stark ist nicht dein
Zauberton". Acto I
(Colaboración de Juan Luis
Ramírez. México D.F.) |
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Aria
de la Reina de la Noche "Die Hölle Rache
kocht in meinem Herzen". Acto II |
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Finale
del Acto II (inicio) "Bald prangt, den
Morgen zu verkünden". |
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Duo
de Papageno y Papagena "Klinget, Glöckchen,
klinget... Pa - pa -pa". Acto II |
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W.A. Mozart:
"Die
Zauberflöte"
K.620
Ópera
alemana en 2 actos.
Texto:
Emanuel Schikaneder.
Composición:
Viena, entre mayo y septiembre de 1791.
Estreno:
Viena, Freihaustheater auf der Wieden, 30 de septiembre
de 1791.
Personajes |
Voces |
Intérpretes
estreno |
Sarastro |
bajo |
Franz
Xaver Gerl |
Tamino |
tenor |
Benedikt
Schack |
Orador |
bajo |
J.
Schuster Winter |
Primer
Sacerdote |
bajo |
Urban
Schikaneder |
Segundo
Sacerdote |
tenor |
Johann
Michael Kistler |
Tercer
Sacerdote |
rol
hablado |
Hr.
Moll |
La
Reina de la Noche |
soprano |
Josepha
Hofer |
Pamina |
soprano |
Anna
Gottlieb |
Primera
Dama |
soprano |
M.lle
Klöpfer |
Segunda
Dama |
soprano |
M.lle
Hofmann |
Tercera
Dama |
mezzosoprano |
Elisabeth
Schack |
Papageno |
bajo |
Emanuel
Schikaneder |
Papagena |
soprano |
Barbara
Gerl |
Monostatos |
tenor |
Johann
Joseph Nouseul |
Primer
muchacho |
soprano |
Anna
Schikaneder |
Segundo
muchacho |
soprano |
Anselm
Handelgruber |
Tercer
muchacho |
mezzosoprano |
Franz
Anton Maurer |
Primer
hombre armado |
tenor |
Johann
Michael Kistler |
Segundo
hombre armado |
bajo |
Hr.
Moll |
Primer
esclavo |
rol
hablado |
Karl
Ludwig Gieseke |
Segundo
esclavo |
rol
hablado |
Wilhelm
Frasel |
Tercer
esclavo |
rol
hablado |
Hr.
Starke |
Orquestación:
2
flautas, flautín, 2 clarinetes, 2 'corni di
bassetto', 2 oboes, 2 fagots, 2 trompas, 2 trompetas,
3 trombones, timbales, 'glockenspiel' y cuerda.
Solistas
vocales y coro.
ARGUMENTO
ACTO
I
Escena
1
Perseguido
por una serpiente enorme, el príncipe Tamino, perdido en
un bosque, cae al suelo desmayado; llegan para salvarle
tres damas de la Reina de la Noche, fascinadas por su
belleza. Aparece el pajarero Papageno, cubierto de
plumas, que despierta a Tamino y se atribuye, vanidoso,
la proeza de haber matado la serpiente. Regresan las
damas y le castigan cerrándole la boca con un candado.
Muestran a Tamino el retrato de la princesa Pamina, que
enamora de inmediato al joven príncipe. Aparece la Reina
de la Noche, madre de Pamina, quien explica a Tamino que
su hija ha sido secuestrada por el mago Sarastro y le
pide que la libere, prometiéndole que se la entregará
como esposa. Las damas le hacen saber que Sarastro es
sacerdote de Isis y le entregan una flauta mágica que
cambia el estado de ánimo de quien la escucha; liberan a
Papageno del candado para que acompañe al príncipe, le
dan un carillón también mágico y les indican que se
les aparecerán tres muchachos para ayudarles.
Escena
2
En una
habitación del palacio de Sarastro, el esclavo moro
Monostatos mira con deseo a Pamina, prisionera, pero la
entrada por la ventana de Papageno le asusta y le hace
huir. Papageno explica a la princesa cómo Tamino se ha
enamorado de su imagen, le confiesa que él también
querría amar, y se ofrece para acompañarla en la huida,
que emprenden acto seguido.
Escena
3
Tamino ha
llegado, por su cuenta pero guiado por los tres
muchachos, delante del templo de Isis. Dos de las puertas
-la de la Razón y la Naturaleza- están cerradas, pero
se abre la de la Sabiduría y un sacerdote explica a
Tamino que Sarastro es un personaje benefactor. Al
quedarse solo, Tamino toca la flauta que atrae todos los
animales de los alrededores. Oye el carillón y busca en
dirección equivocada a Papageno, quien entra, con
Pamina, por el otro lado, perseguidos por Monostatos y
otros esclavos. Papageno les obliga, con el carillón, a
bailar sin parar. Llega Sarastro acompañado de su séquito.
Pamina le confiesa que ha huido por culpa de la actitud
de Monostatos y que quiere volver con su madre, pero
Sarastro le advierte que desconfíe de la Reina de la
Noche. Monostatos trae prisionero a Tamino, pero Sarastro
ordena que el esclavo sea castigado por haber importunado
a Tamina. Los jóvenes se reconocen con alegría y
Sarastro ordena que sean conducidos al templo de las
pruebas.
ACTO
II
Escena
1
En un exótico
bosque de palmeras, Sarastro pide a los sacerdotes de
Isis que acojan a Tamino, que será el esposo de Pamina,
entre los iniciados si consigue superar las pruebas.
Escena
2
Bajo el pórtico
del templo, Tamino y Papageno, guiados por dos
sacerdotes, se someten a la primera prueba, que es
guardar silencio pase lo que pase. Entran las tres damas
de la Reina de la Noche que intentan convencerles de la
maldad de Sarastro y hacerles hablar, pero fracasan y
huyen.
Escena
3
En un
jardín, a la luz de la luna, Pamina duerme. Monostatos
intenta besarla, pero aparece la Reina de la Noche que la
despierta y le da un puñal para que mate a Sarastro.
Monostatos intenta forzar a Pamina con amenazas, pero
llega Sarastro que explica a la muchacha que es el amor y
no la venganza lo que da la felicidad.
Escena
4
Continúa
dentro del templo la prueba de silencio de Tamino y
Papageno. Después de una breve aparición de Papagena
disfrazada de vieja que asusta al pajarero, llegan los
tres muchachos en una máquina voladora y devuelven la
flauta mágica y el carillón a sus amos. Atraída por la
flauta entra Pamina, que se desespera al interpretar el
silencio de Tamino como desamor.
Escena
5
Rodeado
de sacerdotes, Sarastro exhorta a Tamino y a Pamina a
continuar las pruebas. Papageno suspira por tener una
esposa, y aparece de nuevo la vieja, que ahora se
transforma en la hermosa Papagena.
Escena
6
En un
jardín, llegan los tres muchachos que impiden el gesto
fatal de Pamina, que quiere quitarse la vida con el puñal
que le ha dado la Reina de la Noche, y la consuelan.
Escena
7
En un
paisaje agreste, Tamino se dispone a superar la prueba
del agua y del fuego. Entra Pamina dispuesta a seguir con
él su suerte y le recomienda que toque la flauta mágica;
los enamorados superan ambas pruebas.
Escena
8
En el
jardín, Papageno quiere colgarse, desesperado por haber
perdido a Papagena. Llegan los tres muchachos y le
aconsejan que haga sonar el carillón, cosa que hace
aparecer a Papagena.
Escena
9
Bajo unas
bóvedas subterráneas, la Reina de la Noche, las tres
damas y Monostatos intentan entrar en el templo para
apoderarse de Pamina, pero se oye una especie de
terremoto que les hace desaparecer mientras la escena se
ilumina y Sarastro, sentado en su trono del Templo del
Sol, invoca a Isis y Osiris, bendice a Tamino y Pamina y
proclama el reino de la belleza y la sabiduría.
BREVE HISTORIA DE LA ÓPERA
La génesis de La Flauta Mágica,
si bien está rodeada de algunas sombras, hay que
atribuirla a la singular colaboración de Mozart
con Emanuel Schikaneder, extraño personaje -actor,
poeta y empresario teatral que, después de una
larga ausencia debida a la su existencia agitada,
volvió a Viena para encargarse de nuevo de su
pequeño teatro popular situado a les afueras de
la ciudad. La idea de La Flauta Mágica fue de
Mozart, mientras que a Schikaneder se debe el mérito
de haber sido el valedor de esta aventura
teatral, así como el libretista, el director e,
incluso, el interprete de Papageno. A la luz de
las modernas informaciones hay que dejar de lado
la antigua pretensión de que este hombre de
teatro habría pedido a Mozart una ópera con el
objeto de salvar de la ruina su pequeño teatro:
aunque tenia que competir con el teatro del
famoso Marinelli, la empresa de Schikaneder
gozaba de mucha fama y una cierta holganza, como
se puede deducir del variado e inteligente
repertorio (que iba de los dramas de Shakespeare,
Lessing o Goethe a las obras de moda, como "El
Barbero de Sevilla" de Paisiello o "Una
Cosa Rara" de Vicent Martín i Soler. Por
otro lado, Mozart había tenido siempre el deseo
de crear una obra alemana (sobretodo después del
éxito de "El Rapto en el Serrallo" K.384);
así, por primera vez se enfrentó al intrigante
mundo de las "Zauberopern", las
representaciones fabulosas tan estimadas por el público
vienés.
Si no hay dudas sobre la paternidad del liberto,
es difícil en cambio precisar las fuentes
literarias en que se basa el texto. Según la
tradición, Schikaneder tomó el libreto de la fábula
"Lulu oder die Zauberflöte" de J.A.
Liebeskind, aparecida en la célebre antología
"Dshinnistan oder Auserlesene Feen",
editada por Wieland entre 1786 y 1789; pero también
el "Thamos" de T.Ph. Gebler (al que
Mozart había dedicado, años antes, algunas páginas
musicales) y el "Sethos" del abate
Terrason ejercieron una influencia segura en la
redacción de la fabulosa trama. Tampoco hay que
olvidar a K.L. Gieseke (otro curioso personaje
vienés, actor y poeta, que después de una vida
errabunda, llegó a profesor de Mineralogía en
la Universidad de Dublín), autor de un célebre
"Oberón" (basado a su vez en el
trabajo de Wieland); después de la muerte de
Mozart y de Schikaneder, Gieseke reivindicó la
paternidad del libreto añadiendo así una nota
ulterior de confusión i ambigüedad al problema
del origen de la trama mágica.
Con estos antecedentes (sobretodo "Lulú"
i "Oberón"), y evocando un tema que
pertenecía ya al inconsciente colectivo,
Schikaneder supo dar vida a una trama nueva y
rica en elementos originales. Entre los méritos
reconocidos de este libreto cabe destacar: la
elección de una dimensión fabulosa en vez del
tradicional carácter heroico, la vivacidad de
los contrastes escénicos, que delatan a un
experto en teatro, la libertad concedida al
compositor gracias a la caracterización no
vinculante de los personajes y la introducción
de la temática y de la simbología masónicas.
Por su lado, a Mozart, sin duda influido por las
concepciones humanitarias de I. Born, guía
espiritual de la masonería vienesa, le debemos
el vuelco general (que ocurre a mitad de la
partitura) de la "trama espiritual" de
la ópera: el mago malvado -Sarastro- de la versión
original se convierte en un exponente de la
bondad y de la sabiduría ilustrada, mientras que
la Reina de la Noche (al principio "reina
del bien") se transforma en la personificación
de las tinieblas y del mal. Schikaneder,
contento, como siempre, con las novedades que
pudieran poner su creación por encima de la
competencia teatral, aceptó esta inesperada
inversión de papeles y, por consiguiente, aceptó
esta coloración humanitaria y filantrópica, que
constituye el significado profundo de la ópera.
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